nieve

jueves, 8 de noviembre de 2018

Extraña sensación.

Aquí meditando en aquella “habitación” ya no le hallo relación a cada línea que redacto, estupefacto con tan ingenua redacción, hago caso omiso al corazón quien dispara en mí sentimientos tal cual balas de alto impacto.
Me siento tenso y amargado, un poco desesperado y lleno de iras sin motivo, ya casi no escribo, pues mi tope me ha alcanzado, no estoy del todo inspirado y mi más cercano allegado ya es un pobre escritor furtivo.
Soy bastante egoísta, de hecho en este momento al crear versos para mí y no para aquel niño hambriento, para aquella señora quien de sus hijos es sustento, para aquel incremento de pobreza en la sociedad o incluso para aquel monumento quien a un pueblo dio libertad, tal vez esos argumentos serán para otra oportunidad pues aún no encuentro serenidad para escribirte algo sincero y aunque la cruda realidad sea un capricho muy severo la escasez de mi tintero aún no le halla voluntad.
Lo absurdo de cada verso aún no lo asemejo, y es obvio que es un reflejo de lo mal que me he sentido, pues tal vez un gran poeta y un escritor resentido se estén turnando de seguido sobre las sombras de mi espejo. Es complejo navegar sobre un mar de ideas nauseabundo, y ahogarme en lo más profundo tratando de buscar mejoras, y aunque el mundo viva en mí, aún sigo viviendo en el mundo y aunque loco y moribundo veo como segundos mis horas.
Qué irónico final en este escrito he plasmado, pues dio como resultado algo no satisfactorio: un navegante resegado sobre un crudo mar salado, es tan tonto el desgraciado, que espera ser rescatado por la inclemencia de su odio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Molinos de viento

A veces quisiera desaparecer, poder perderme en mi taza de café. A veces quisiera ya no más creer; que Dios me prive de mi propia fe. Dicen ...